Tengo un chip magnético para las sensaciones vividas.
Mi alma las descubre fácilmente en letras, páginas, imágenes, canciones.
Nunca falla. Hay recuerdos que te traspasan y dejan huella hasta cuando
ya pensabas que era algo lejano y bonito pero ya pasado.
Pero San Sebastián nunca pasó. Sé que nunca dejó de pasar…
porque mi corazón no puede ni quiere ni debe permitirse el
lujo de pasar página del todo. Aunque viaje un millón de veces más con ÉL.
Donostia seguirá siendo mi primera luna de miel.
Vive en un trocito de nuestro corazón, ajena a todo esto.
Soy incapaz de no lagrimear al ver determinados detalles donostiarras
y ya estoy de nuevo quebrándoseme la voz. . . *
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