miércoles, 15 de mayo de 2013

#La última noche del Titanic.

 
 
Cuantos estaban en la cubierta de botes también lo comprendieron. Se acabaron las bromas y la indecisión. Lo cierto es que apenas quedaba tiempo para despedirse.
El señor Turrell Cavendish no dijo nada a la señora Cavendish. Sólo un beso, una mirada, otro beso… y se perdió entre la multitud.
-        Jamás creí tener necesidad de pedirte que obedecieras, pero ahora debes hacerlo.
Ninguna persuasión o fuerza nada pudo hacer por la señora de Hudson J. Allison, de Montreal. Algo apartados de los demás, se acurrucó junto a su marido, con su hijita Lorraine agarrada a sus faldas.
La señora de Isidor Straus también se negó a ir.
-He estado siempre al lado de mi marido. ¿Por qué iba a dejarle ahora?
Y era verdad que juntos habían recorrido un largo camino, y ahora resplandecía el feliz ocaso que coronaba una vida de éxitos. Ella estaba decidida:
-Hemos vivido juntos muchos años. A donde tú vayas, iré yo.
 
Foto: ficción
Letras: realidad

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