[…]
Al
abrir la puerta me inundó la melancolía. El olor de mi infancia todavía residía
allí. Era increíble que no hubiese desaparecido… Parecía que se había mantenido
hermético para que un día yo llegase, lo desprecintase y pudiera gozarlo de
nuevo.
He
estado en numerosos hoteles, casas, azoteas, y aquel olor jamás lo había vuelto
a sentir.Cada mueble, cada juguete, cada libro que había en aquella habitación producía un aroma individual. La mezcla de todos ellos conseguía una fragancia irrepetible.
Ni aunque me llevase seis o siete objetos lograría reproducirlo en otra estancia.
Respiré una bocanada inmensa de ese aire tan personal y mágico…. Mi mujer siempre decía que cuando algo era irrepetible, había que respirarlo… ella inspiraba recuerdos… sobretodo olores de verano. Decía que los guardaba para cuando llegara el invierno.
#BrújulasQueBuscanSonrisasPerdidas.
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